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CUANDO VIVIR DUELE

Todos hemos experimentado situaciones difíciles, dolor o tristeza profunda. Enfrentarlas no es sencillo. Puede que tome un buen tiempo sanar y recobrar la fe, sobre todo cuando has elevado una oración y la respuesta tardó demasiado.

Marta y María también experimentaron un terrible dolor. Mandaron a llamar a su amigo, Jesús, en el momento en que más lo necesitaban: su hermano estaba enfermo y solo él podía sanarlo, pero en lugar de responder de manera inmediata, Jesús fue con ellas hasta cuatro días después, cuando Lázaro ya había muerto.

¿Eres como Marta?

Cuando Marta oyó que Jesús venía, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Y Marta le dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». Juan 11.20-21 (RVC)

A la llegada de Jesús, Marta le reclama con dolor por no haber estado antes de que su hermano falleciera. Una reacción normal, expresada con insatisfacción hacia alguien en quien ella confiaba y estaba segura de que podría sanar a Lázaro.

No es fácil tener el corazón roto, haber clamado sin una respuesta, tener miles de reclamos y a la vez seguir confiando en Jesús, sin embargo, Marta lo hizo, no se quedó en el desconsuelo, sabía quién era Él, pero faltaba algo que activara su fe y que no solo se tratara de su conocimiento, y logró ver en su presencia la certeza de que su confianza no sería defraudada.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?». Le dijo: «Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo». Juan 11.26-27 (RVC)

Una tristeza profunda

Aunque la situación de María era la misma de su hermana, la respuesta ante el dolor la llevó a un estado de depresión que le impedía levantarse por sí sola, por eso, Marta —llena de fe en Jesús— corrió a animarla. María no dejó de creer, pero el agobio sí fue más grande que su fe y solo yendo al encuentro con Jesús recibió el abrazo que alivia.

Experimentar circunstancias tan difíciles te conducen a una reacción como esta, no ves sentido a la vida, te sientes vacío, triste, deprimido, y no quieres acudir a nadie para no ser juzgado, pero el único que te puede juzgar no lo hace, sino que te consuela.

Jesús en el cuadro de aflicción

Él estaba conmovido, lloró como una expresión de indignación, pero ¿por qué indignación? En el evangelio de Juan la muerte de Lázaro simboliza la consecuencia del pecado y es por eso que la expresión de llanto de Jesús encierra enojo al ver el dolor que produce la falta

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: «¡Lázaro, ven fuera!» Y el que había muerto salió, con las manos y los pies envueltos en vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Entonces Jesús les dijo: «Quítenle las vendas, y déjenlo ir.» Juan 11. 43-44 (RVC)

En la resurrección de Lázaro se manifiesta la plenitud de la obra de Jesús con la humanidad. Las consecuencias del pecado son muy dolorosas, Él lo sabe y no soporta ver a sus amados sufrir, por eso no se quedó viendo de lejos, sino que decidió hacerse hombre y soportar para hacernos libres.

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